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2020 fue una llamada de atención. Para prosperar en la próxima década, las empresas deben desarrollar resiliencia: la capacidad de resistir amenazas o cambios impredecibles y luego emerger más fuertes.
Esta pieza en perspectiva presenta nuestro enfoque de la resiliencia. “Desarrollar resiliencia” es fácil de decir pero difícil de definir y aún más difícil de hacer. En este artículo, reiteramos el imperativo, definimos los componentes de la resiliencia y presentamos los enfoques que las empresas pueden tomar para volverse más resilientes.
El mundo está experimentando cambios cada vez más rápidos, impredecibles y sin precedentes. Pero en todas las industrias, la mayoría de las empresas se han mantenido enfocadas de manera persistente en las ganancias a corto y mediano plazo, generalmente asumiendo condiciones comerciales fluidas y continuas. La pandemia de COVID-19 presagia la necesidad de un nuevo enfoque.
Los eventos catastróficos serán más frecuentes pero menos predecibles. Se desarrollarán más rápido pero de formas más variadas. La revolución digital y tecnológica, el cambio climático y la incertidumbre geopolítica jugarán un papel importante.
La revolución digital ha aumentado la disponibilidad de datos, el grado de conectividad y la velocidad a la que se toman las decisiones. Esto ofrece una promesa de transformación, pero también conlleva el potencial de fallas y brechas de seguridad a gran escala, junto con una rápida cascada de consecuencias. También aumenta la velocidad a la que la reputación de una empresa puede cambiar a los ojos de los consumidores y empleados.
El clima cambiante presenta transformaciones estructurales en los perfiles de riesgo-rendimiento de las empresas, que se acelerarán de manera no lineal. Las empresas deben navegar por las preocupaciones por sus resultados inmediatos junto con las presiones de los gobiernos, los inversores y la sociedad en general. Todo esto mientras los desastres naturales son cada vez más frecuentes y severos.
Un futuro geopolítico incierto proporciona el telón de fondo. El mundo está más interconectado que nunca, desde las cadenas de suministro hasta los viajes al flujo de información. Pero estos vínculos están amenazados, y la mayoría de las empresas no han diseñado su papel en el sistema global para que sea robusto, para seguir funcionando sin problemas incluso si las conexiones se cortan abruptamente.
En un mundo donde el futuro es incierto y los cambios llegan rápidamente, las empresas deben mirar más allá del desempeño a corto plazo y la salud organizacional básica. Deben ser capaces no solo de resistir amenazas o cambios impredecibles, sino de emerger más fuertes. En resumen, deben ser resistentes.
Las empresas no pueden permitirse el lujo de ser inflexibles o imprudentes. Aquellos que no estén dispuestos a correr el riesgo suficiente no responderán ni innovarán para hacer frente a circunstancias cambiantes. Pero al mismo tiempo, aquellos que se centran demasiado en las finanzas, el crecimiento o la expansión pueden asumir riesgos que acaben con su éxito a largo plazo. Las industrias han desarrollado capacidades de resiliencia específicas, pero cuando ocurren interrupciones, las “brechas sorpresa” se vuelven visibles.
Muchas empresas han pensado en tales compensaciones entre riesgo y rendimiento en términos financieros, asegurándose de tener las reservas financieras necesarias para soportar cierta incertidumbre en torno a un único escenario de planificación.
Pero el mundo de hoy exige más que resiliencia financiera. Tomemos como ejemplo el cambio climático. Los peligros climáticos severos amenazarán el abastecimiento, la producción y la distribución de productos y servicios y pueden provenir tanto de lugares cercanos como lejanos, en la era de las cadenas de suministro globales.
Además, las empresas deben adoptar una postura sobre el papel que quieren desempeñar en la reducción de emisiones, teniendo en cuenta las expectativas de los gobiernos, los empleados, los clientes, los accionistas y la sociedad en general. Dicha adaptación y mitigación climática, junto con el cambio tecnológico, cambiará la combinación de negocios y los modelos comerciales, y las empresas necesitarán flexibilidad para responder.
El cambio impulsado internamente también requiere una visión amplia de la resiliencia. Consideremos una transformación digital y analítica en toda la empresa, que aborde tanto los procesos internos como la entrega de productos y servicios a los clientes. Si bien la eficiencia y el arte de lo posible se expanden, también lo hace el potencial de fallas tecnológicas a gran escala o incursiones cibernéticas masivas. Los empleados necesitan desarrollar nuevas habilidades y diferentes formas de trabajar juntos. La analítica ofrece nuevos horizontes, pero también puede incorporar sesgos en la toma de decisiones.
Creemos que la verdadera resiliencia requiere un enfoque equilibrado en seis dimensiones: finanzas, operaciones, tecnología, organización, reputación y modelo comercial.
Tradicionalmente, para evitar desastres, las instituciones han implementado planes de continuidad del negocio para responder a una lista de amenazas potenciales: desastres meteorológicos, interrupciones del servidor, incursiones cibernéticas, etc. Han tendido a incluir una dosis de conservadurismo en un enfoque de planificación de escenario único. Este enfoque está desactualizado.
Las empresas deben esforzarse tanto como sea posible para incorporar la resiliencia en la forma en que trabajan, de una manera que las mejore en tiempos normales, no solo frente a amenazas o cambios impredecibles. Delineamos tres enfoques que las empresas pueden adoptar para aumentar la resiliencia:
La resiliencia adicional es necesaria, pero no es la respuesta completa. Las copias de seguridad pueden fallar, agregan complejidad y, por lo general, no ayudan a las empresas a salir fortalecidas del cambio. También se requieren algunas compensaciones. Pero las empresas deben buscar maximizar la cantidad de resiliencia incorporada que pueden crear. Esto ayuda a orientar mejor la redundancia adicional, reducir el grado de compensaciones necesarias y, al mismo tiempo, mejorar la capacidad institucional para emerger más fuerte de un cambio o amenaza.
Las empresas que comprenden la resiliencia que necesitan para el futuro pueden implementar cambios sensibles. En caso de vulnerabilidades, esto puede significar una transformación grande o pequeña para mejorar la resiliencia directamente. Pero, lo que es igualmente importante, las empresas deben buscar incorporar resiliencia en cualquier transformación que emprendan, independientemente de los objetivos principales, desde lo digital hasta el crecimiento y el coste. Esto produce un cambio más sólido y ayuda a desarrollar la resiliencia desde el principio.
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