Con este impulso también se ha disparado el interés por el Bienestar Emocional y Psicológico en los entornos de trabajo y con ello todo lo relacionado con la Prevención de Riesgos Psicosociales.
Pasamos más de la mitad de la vida en el trabajo y aumentar el bienestar en este ámbito tan importante de nuestro universo vital impacta directamente en los niveles de bienestar general, en la autoestima, en la realización personal, en las relaciones humanas, tanto dentro como fuera de los centros de trabajo y como somos seres integrados, todo lo que mejoremos en el ámbito laboral tendrá consecuencias en el entorno personal. Poner en marcha planes de Bienestar Emocional en el trabajo reduce los niveles de frustración, de agresividad, de estrés, disminuye el absentismo, las bajas por enfermedad común y mejora las relaciones interpersonales, el clima laboral, la creatividad, la productividad, atrae y retiene talento e impacta positivamente en todos los grupos de interés.
Las emociones son respuestas primarias y automáticas a ciertos estímulos e implican a tres ámbitos: físico, cognitivo y conductual. Se trata de reacciones
adaptativas al ambiente. Son las que nos conectan a los demás, nos ayudan a comunicarnos, modulan nuestra forma de interactuar y hacen que aquellos con quienes nos relacionamos perciban cómo nos sentimos. También pueden ayudarnos a desarrollar la empatía, a entender qué siente el otro, a ponernos en su lugar, comprenderle y ayudarle, a relacionarnos de manera más sana.
Una experiencia, nos provoca una emoción, la emoción nos despierta un sentimiento y ese sentimiento genera una conducta. Una experiencia negativa, genera emociones y conductas negativas. Por lo tanto, en el entorno de trabajo es fundamental crear un mecanismo de experiencias positivas que generen emociones y comportamientos positivos.
Prestar atención a la información emocional, tanto nuestra como la de las personas que tenemos a nuestro alrededor, nos dará indicios claros sobre qué es lo que puede ocurrir, qué es lo que podemos hacer y qué es lo que deberíamos dejar de hacer. Las emociones nos mueven y afectan tanto a nuestra esfera del pensamiento como a nuestro universo de conductas.