Lo paradójico del sector de Logística y Transporte es que nos hartamos de decir que las “personas y la tecnología” son los factores diferenciadores de nuestra oferta, pero hasta hoy, no hemos sido capaces de ser considerados como uno de los “lugares de trabajo” preferidos para los trabajadores cualificados. Apostar por la educación, por la formación continua, por la investigación y la innovación es una tarea urgente que no permite dilación alguna.
En Innovación e Investigación, nuestro sector invierte menos del 1% de nuestra aportación al PIB, muy por debajo de la media de la Unión Europea (1,8%, que a su vez es muy inferior a Estados Unidos y Japón, cercanos al 3%). Hoy es el momento de juntar esfuerzos y proponernos alcanzar el 1,8%, como mínimo, en los próximos tres años.
La inclusión de nuestras necesidades en los sistemas de educación y formación, aunque existe, es todavía insuficiente, por lo que es necesario involucrarnos más en la definición de los currículos y de los contenidos, asignando para ello recursos humanos e inversión suficiente. Sólo hoy menos del 10% de los trabajadores del sector tienen una educación terciaria, cuando deberíamos aspirar a alcanzar en tres años una cifra superior al 20%.
Atrás ha quedado la visión simplista del universo logístico y de transporte, formada alrededor de las dimensiones de volumen y masa crítica, para dar paso a las nuevas concepciones del universo como un todo, en donde el origen del cambio se fundamenta en la fusión de dos grandes conceptos: tecnología y organización. Y, además, en el uso de herramientas y en el modo de hacer las cosas. Es un cambio de patrones organizativos que facilitan una nueva forma de generación de riqueza, pero que exigen adoptar una nueva lógica.
Ahora bien, esta situación no sólo tiene importantes consecuencias en las estructuras organizativas de las empresas, sino que también afecta de modo directo al contenido de los puestos de trabajo y, por ende, al perfil profesional de las personas, dado que sus conocimientos y su cualificación deberán ser acordes con los requerimientos planteados.
En tercer lugar, se deja de considerar al personal como un coste para ser un activo importante del balance. Lo importante, en este cambio, es que el conocimiento y el talento incorporado a la persona es reconocido como un activo y, como tal, se remunera. Como resultado de estos cambios se contempla un nuevo modelo organizativo cuyo impulsor del diseño y la clave de su éxito son la especialización por procesos o contratos con clientes y la flexibilidad en la organización del trabajo.
Gonzalo Sanz, Presidente de Logística
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