La pasada semana Adecco ha presentado en Davos la séptima edición del Índice de Competitividad por el Talento Global (GTCI), donde España ocupa el puesto número 32 de los 132 países analizados. El informe se centra especialmente en la gestión del talento y los retos que se prevén para la implementación de la Inteligencia Artificial (IA).
En esta clasificación vuelven a reproducirse deficiencias ya crónicas en nuestro país. Lo podemos ver en las oportunidades directivas para mujeres, la relación del salario con la productividad o los niveles de paro en la educación superior.
Este informe, dedica además este año varios estudios al Talento en el entorno de la nueva Revolución Industrial o era de la Inteligencia Artificial. Uno de los puntos clave recogidos en este índice es cómo el desarrollo de la IA está cambiando la naturaleza del trabajo.
Se destacan como ideas principales las siguientes:
En lo que respecta a nuestro país, nos encontramos a medio camino en la adopción de la Inteligencia Artificial. España ocupa el puesto 14 en densidad de robots pero el 54 en inversión en tecnología emergente.
En efecto, somos un país de enormes contradicciones en materia digital. Segundo fabricante de vehículos de la Unión Europea, sector altamente robotizado, pero seguimos teniendo las peores calificaciones en captación del talento y en las habilidades distintas al conocimiento general. Es decir, estamos escasos de trabajadores con destrezas profesionales y técnicas, lo que demuestra la lejanía de nuestro sistema de formación con las demandas del mercado de trabajo y de la trasformación digital.
La reciente estrategia española de I+D+i en IA centra 2 de sus 6 prioridades en facilitar la transferencia del conocimiento, planificar las acciones de formación y profesionalización. Además, entre sus recomendaciones, nos topamos con el fomento de las vocaciones digitales, así como la atracción, retención y la recuperación del talento relacionado con la Inteligencia Artificial.
Según el informe Pisa, España sigue teniendo como asignatura pendiente las matemáticas y las ciencias, que son la base de las profesiones STEM. Y nuestro sistema educativo y de promoción sigue premiando más memorizar lo aprendido que aplicar las destrezas a la resolución de problemas y a generar un entorno que promueva la innovación y la creatividad.
Por otro lado, el índice DESI (Digital Economy and Society Index) destaca a nuestro país en penetración del móvil, banda ancha, y a nuestra Administración electrónica como la 4ª mejor la UE. Pero fallamos en la capacitación en competencias digitales y la inserción de las TICs en las pymes.
Estas carencias no son nuevas, si nos vamos a la competitividad en sentido amplio y respecto de un conjunto de 141 países analizados, el último Global Competitiveness Report (2019) relega a nuestro país a la posición 61 en competencias digitales dentro de la población activa.
Y es que desde hace años se demanda un Plan de Estado que ponga el foco en la digitalización y la innovación. En el partido por el liderazgo digital que juegue la Unión Europea frente a las supercampeonas, USA y China, nuestro país debe tener como meta posicionarnos tecnológicamente al mismo nivel que corresponde conforme a nuestro PIB. Para ello, las inversiones deben acelerarse si no queremos perder el tren de esta nueva Revolución.
Los grandes desafíos de nuestro país no sólo pasan por mayores inversiones en infraestructuras tecnológicas, también debe fomentarse la atracción, el desarrollo y la retención del talento digital. En definitiva, poner en valor a las personas de la mano de la tecnología. Especialmente con la Inteligencia Artificial.
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