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En el mercado laboral español se han detectado dos fallas que refuerzan la dureza del techo de cristal que afecta a las trabajadoras. Según el VI Índice de Competitividad por el Talento Global (GTCI, de sus siglas en inglés) o Índice de Competitividad Global, las empresas de nuestro país ven lastrado su nivel de competitividad ante la falta de oportunidades directivas para mujeres.
El análisis para el Índice de Competitividad Global ha sido llevado a cabo por la Fundación Adecco, la escuela de negocios Insead y Tata Comunications. En él se analizan 125 países y, con respecto al tema de puestos de responsabilidad con ocupación femenina, nuestro país se sitúa el 112 de la lista.
Esta nota es la más deficiente de los más de cien indicadores que examina el Índice de Competitividad Global y, lamentablemente, supone incluso un retroceso con respecto a la puntuación obtenida un año antes. Entonces ya se consideraba que España suspendía. Nuestro país no aprovecha el talento femenino para puestos ejecutivos.
Lo más desalentador es que, en apenas doce meses y a pesar de la mala posición ocupada en el anterior Índice de Competitividad Global, donde se colocaba en el puesto 90 del ranking, la situación parece enquistarse con otro dato negativo que afecta a las mujeres.
Se trata de la constatación de la brecha salarial de género. El GTCI deja claro que las mujeres españolas no cobran lo mismo que sus compañeros masculinos. Esto hecho, que tanto denuncian las trabajadoras, se ha traducido en un deshonroso puesto 50 de la lista de países analizados.
El Índice de Competitividad Global realiza un análisis exhaustivo de más de 100 aspectos que tienen que ver con la economía, entorno social y aspectos humanos de 125 estados de todos los continentes. En esta clasificación, España se ha situado en el puesto 31. Esto supone una ligerísima mejora respecto al año anterior.
Estos datos deben ser tenidos muy en cuenta por empresas y administraciones, con el fin de evitar y solucionar aquellos detalles que afectan muy negativamente al nivel de competitividad del tejido empresarial español.
Da la sensación de que, en esta materia, no se está haciendo prácticamente nada por mejorar la situación. De hecho, si observamos los detalles de las conclusiones para el empresariado español, vemos que las debilidades que afectan a su capacidad para competir son las mismas que ya se pusieron de manifiesto en la edición anterior. Es decir, en un año no ha cambiado absolutamente nada ni se han tomado las medidas precisas para contrarrestar estos escollos del Índice de Competitividad Global.
Es importante para los negocios españoles que empresarios y ejecutivos dispongan de este tipo de información. Solo tomando consciencia de la realidad que nos rodea podremos realizar las adaptaciones y cambios oportunos para resultar mucho más competitivos, tanto a nivel nacional como en términos globales.
Al margen de cuestiones como la necesidad de revisar el papel de la mujer en la dirección de empresas o la igualdad de salarios, existen otros temas que requieren atención y soluciones urgentes, según el Índice de Competitividad Global.
Hemos empezado el análisis de la situación por aquellos temas que lastran el nivel de competitividad de nuestro país. No obstante, el GTCI también pone de manifiesto aquellos baluartes con los que la empresa española puede escalar posiciones en el ranking elaborado por el Índice de Competitividad Global.
España solo consigue ser el número uno a nivel mundial en un solo aspecto. Se trata de la madurez del proceso de saneamiento del país. Nuestra red de aguas es, para el GTCI, la mejor del planeta.
Otros datos interesantes nos permiten mantener cierto nivel de competitividad. Algunos indicadores nos sitúan entre los 25 primeros puestos:
Por último, el estudio sobre competitividad del talento también realiza una clasificación para situar a 114 grandes ciudades a nivel mundial. En el caso de nuestro país, vuelven a colarse cuatro urbes: Madrid (puesto 23), Bilbao (puesto 44), Barcelona (puesto 49) y Zaragoza (puesto 54).
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