Silvia Leal es experta en e-liderazgo y energía innovadora, y está reconocida como una de las diez pensadoras más influyentes de España por la plataforma Mujeres y Cia, que premia a las 100 mujeres más influyentes de nuestro país. Durante años Leal ejerció cargos directivos en el sector de la banca y los servicios, dedicándose posteriormente a la docencia y a la presencia en instituciones europeas que promueven el ascenso profesional de la mujer. Actualmente es, entre otras cosas, asesora de la Comisión Europea, Directora Académica de Programas de Innovación y Tecnología en IE Business School y mentora de e-Leadership en el Human Age Institute, además de consultora y conferenciante.
Silvia Leal investiga la energía innovadora y es autora de diversos artículos académicos sobre el “innoliderazgo” y sus beneficios para las empresas. Es autora del bestseller ‘Ingenio y Pasión’ (LID Editorial) y, posteriormente, ‘Ingenio, Sexo y Pasión’ (LID Editorial).
La creatividad es imprescindible para poder innovar, pero no es suficiente. Cuando tienes una idea innovadora necesitas también pasión para mostrarla al mundo y energía para enfrentarte a todos los obstáculos que te encuentras para que se convierta en una realidad.
Todos tenemos capacidad de crear y, por lo tanto, todos tenemos potencial creativo, aunque unos más que otros. Sin embargo, aunque la creatividad se puede potenciar, en lo que debemos trabajar es en las autolimitaciones que no permiten que surja ese potencial. En este sentido, el papel de las empresas es el de eliminar esos bloqueos que sus empleados se autoimponen.
Sobre varias personas. Por un lado, sobre uno mismo, ya que nosotros somos quienes nos ponemos los mayores límites. En segundo lugar, el jefe directo, porque es el que marca el día a día de sus empleados. Y, por último, la empresa –y, concretamente, Recursos Humanos-, que debe ser capaz de establecer medidas para que sus empleados desarrollen todo su potencial. Es muy importante también el rol de la Dirección en dar visibilidad a la necesidad de que todos desarrollen el cien por cien de su potencial creativo.
En el liderazgo “tradicional”, las personas pueden seguir al líder porque no hay más remedio, porque es quien manda y punto. Hay mucha gente que utiliza este tipo de liderazgo y, en algunos casos, funciona. Pero el innolíder es el líder que tiene la capacidad de inspirar y, además, mover a todo el equipo y las personas que tiene a su alrededor para que innoven. Tiene el matiz de la innovación y de la inspiración.
Para innovar es necesario un entorno que no bloquee, lo que yo llamo un ecosistema innovador. Por lo tanto, son necesarios una cultura y un clima, y eso ya es algo que existe y en lo que están trabajando muchas empresas. Pero, además, es necesario que haya un estilo de liderazgo que haga que las personas tengan claro que es necesario innovar y que apuesten por sacar todo su potencial. Esto sería el clima inspirador. Por otro lado, las personas deben estar preparadas para innovar, tener su potencial creativo al cien por cien y tener un perfil psicológico que favorezca la innovación. Sin optimismo ni autoestima no se puede innovar. Y la pasión es la chispa, lo que nos mueve a actuar.
Es una herramienta que permite medir todos aquellos elementos q determinan la innovación dentro del ecosistema innovador, el potencial innovador y la pasión, y poder “tunearlos” y adaptarlos a tus propias necesidades.
Para mí, lo peor no es que no se invierta lo suficiente, sino que no se está sacando todo el talento innovador de las personas. Lo más importante es que las empresas tomen conciencia de que no sólo es necesario contar con un buen clima, sino que es indispensable monitorizar el estilo de liderazgo de cada uno de los líderes. Porque con que haya un solo líder que no esté favoreciendo la innovación correctamente y que no predique con el ejemplo, las empresas sufrirán fugas de talento y energía creadora, y eso se contagia. Además, deben favorecerse elementos como el optimismo y la autoestima, como ya he mencionado. Y, por supuesto, debe existir pasión. No podemos tener empresas que funcionen si no tienen pasión.
A mí me gusta mucho el caso de Nueva Zelanda, porque invierte muy poco en I+D y, sin embargo, está reconocido como uno de los países más innovadores dentro del índice global de la innovación. No está entre los primeros, pero sí demuestra que sabe sacar todo su potencial innovador. Otro buen ejemplo es Israel, que gasta mucho pero también sabe sacar todo su potencial. Y hay casos sorprendentes como el de China, donde se está potenciando mucho la innovación al estilo asiático, que consiste en copiar y en innovar. La parte de copiar es cuestionable, pero está claro que copian muy bien.
A los hombres y a las mujeres no nos mueven las mismas cosas. En el mundo de la empresa, a modo de ejemplo, a los hombres les preocupa mucho el clima y el entorno, mientras que a las mujeres les mueve el jefe directo. Por lo tanto, en una empresa en que haya muchas mujeres es importante trabajar el equipo o el estilo de liderazgo de los jefes. Además, las personas más creativas son las que tienen androginiapsicológica. Es decir, las mujeres que tienen un lado masculino muy potente y los hombres que tienen un lado femenino muy potente.
El primer reto, y muy importante, es ser capaz de transmitir esta nueva visión de que la innovación no es consecuencia directa de la financiación, sino de la energía creadora de las personas. De manera que, si las empresas quieren innovar más, no es cuestión de que gasten más dinero, sino de que sean capaces de sacar el cien por cien del potencial creativo de sus empleados. Y para eso hay que conocerles, escucharles y aprender a gestionar el potencial individual de cada uno. Esto es algo de lo que se habla mucho pero después se hace poco. Y también es necesario que todas las personas que tienen personas a su cargo aprendan a inspirar.
Silvia Leal, experta en e-liderazgo
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