Se piensa erróneamente que su profesión se reduce solo al alpinismo, pero, además de fisioterapeuta, Araceli Segarra es conferenciante, modelo ocasional, escritora, ilustradora de cuentos infantiles y colaboradora en medios de comunicación, facetas que le permiten aportar lo mejor de sí misma y que tienen como epicentro su experiencia como alpinista en algunas de las cimas más altas y recónditas del mundo. La del Everest fue una de sus primeras y grandes gestas. Fue la primera mujer española en coronarla, pero más allá de vivir del pasado, esta mujer imbatible y soñadora prefiere reservar sus fuerzas para todo lo que le depare el futuro.
En general, admiro a la gente que tiene unos valores y unos principios, y suelen ser personas que están a mi alrededor, como mis padres, de los que he aprendido cómo hacer las cosas bien. Lo que me han transmitido a lo largo de la vida es que las cosas hay que trabajárselas, uno no puede esperar que se las regalen, lo cual liga mucho con la importancia de mantener siempre los pies en la tierra. Me han ayudado, sobre todo, a no creerme una persona especial ni diferente a los demás. Yo no puedo pretender ser la famosilla de turno, ir a un restaurante y que tengan guardada una mesa para mí. Vamos… ¡es que ni se me ocurriría!
Los miedos subjetivos, aquellos que lo único que hacen son limitarte a ti mismo y que, por ello, son los que a mí me atraen y me parecen interesantes. La oscuridad es uno de ellos. Son miedos que requieren un esfuerzo, sí, pero este esfuerzo se traducirá después en la satisfacción que supone vencerlo. Si el miedo es mínimamente racional, sabes que eres capaz de superarlo. Muchas veces, los miedos que me asaltan tienen que ver con llevar adelante nuevos proyectos, el miedo al fracaso –algo muy arraigado en nuestro país- y a trabajar para ti mismo, algo a lo que el contexto actual nos ha obligado a muchos.
Al final, yo toda mi vida he trabajado para mí misma y no he tenido un sueldo fijo, pero con esfuerzo ves que puedes salir adelante, pese a haber épocas mejores y peores, lo cual reconforta.
Lo cierto es que hablar de mí misma me da mucho pudor, pero… supongo que el espíritu de superación, ser consciente de mis propias limitaciones, el sentido del humor e intentar buscar siempre el lado positivo de las cosas.
Un equipo no puede funcionar si todas sus piezas no están bien engranadas, y las piezas necesitan de una buena comunicación entre sí. Siempre debe haber una persona que destaque, aunque sea mínimamente, por encima de las demás, que es quien acabará llevando las riendas. Debe ser una persona que demuestre unos valores y principios, algo por lo que los demás precisamente la seguirán. La generosidad, asimismo, es importantísima dentro de un equipo, porque permite a todos aportar su granito de arena
Es un concepto muy distinto en función del escenario en el que nos encontremos. En la montaña, por ejemplo, a veces la mejor opción es abandonar y retomar el objetivo transcurridos varios días, pero en el día a día sueles marcarte metas más pequeñas, que no están exentas de momentos en los que tirarías la toalla… Cuando una editorial no confía en el proyecto que le has presentado, cuando no ganas un certamen, etc. En esos momentos te hundes, como todos, y comienzas a replantearte tus cualidades e incluso tu profesión… Hay momentos, cuando pierdes a un compañero durante un ascenso, por ejemplo, donde es mucho más complicado, porque el límite se ubica entre la vida y la muerte, pero en términos generales debes levantar el vuelo.
Algo con lo que yo no comulgo en absoluto es pensar sistemáticamente que hay personas que están en peor situación que yo para animarme, aunque también es cierto que el hecho de viajar a países muy pobres te pone en tu sitio, sin quererlo, y te hace pensar que, en realidad, eres muy afortunado por tener la vida que tienes.
Depende del esfuerzo que haya hecho. Si algo me ha exigido el máximo de mí me hace mucho más feliz, pese a no haber llegado a la cima. No conseguir algo no debe suponer una decepción, la decepción llega cuando no te has esforzado lo suficiente para lograrlo: esa es mi máxima. A veces, no he conseguido llegar a la cima de una montaña, pero sé que me he esforzado al máximo, hemos agotado todas las opciones, las imaginables e inimaginables, y aun así no se puede… En esos momentos yo no regreso a casa triste o decepcionada; pienso que hemos hecho un buen trabajo y que ya vendrá otra oportunidad.
Cada uno de los proyectos que llevo adelante comporta un aprendizaje. Hablo de aprender no por obligación, sino porque algo te interesa e investigas sobre ello. Me encanta descubrir cosas, es sensacional. Lo de escritora ha venido a posteriori, aunque tampoco me considero una escritora… He escrito algún artículo, el libro y ahora estoy inmersa en “Los viajes de Tina”: los escribo e ilustro con acuarela y ordenador, y luego los pinto con acrílico.
Cuando acabe con el séptimo libro de Tina quiero convertir toda la serie en aplicaciones móviles para Tablet. ¡Sería bestial! Tengo que ver cómo lo gestiono, si busco algún socio o inversor. En general, quiero hacer crecer a Tina, me encantaría que fuera algo más versátil y más transversal, que llegara a más lugares.
Araceli Segarra, alpinista y comunicadora
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