A todos nos molesta tener que trabajar en un cubículo de oficina con un compañero que nunca calla. Si, además, tenemos un jefe al que le encantan las reuniones nos sentiremos aún peor y contaremos pocas veces con ellos para hacer bien el trabajo. Por último, los atascos en los trayectos casa-trabajo-casa no son la mejor manera ni de comenzar ni de acabar la jornada laboral. Por todo esto, no es de extrañar que el confinamiento haya favorecido el teletrabajo y productividad en la mayoría de los trabajadores.
Los motivos parecen claros: ahorro del tiempo en los desplazamientos, menor número de distracciones con los compañeros de trabajo y una disminución drástica de reuniones.
Aunque trabajar desde casa tiene sus ventajas, también conlleva una terrible soledad. Es probable que los empleadores tengan que abordar ese y otros problemas al considerar dónde deberían trabajar sus empleados y cómo reabrir las oficinas durante la desescalada.
A medida que la gente comience a volver a trabajar en las oficinas y reanude sus desplazamientos diarios, se detendrán a considerar qué cambios surgidos por la Covid-19 quieren mantener. Hará que reconsideremos cuánto tiempo queremos emplear en el trayecto hacia el trabajo y qué ventajas ofrece la flexibilidad del teletrabajo. Sin duda, la mente de trabajadores y empleadores cambiará por completo.
Trabajar desde casa no solo ayuda a mitigar la propagación de la enfermedad, sino que muchos empleadores han descubierto todo lo que pueden ahorrar en alquiler de oficinas y servicios públicos al no necesitar tanto espacio de trabajo compartido. Si el teletrabajo y productividad se convierten en la nueva normalidad, habrá que suavizar algunos de los aspectos negativos que tiene asociados.
El mayor problema es que muchos empleados pocas veces habían trabajado en remoto o no lo habían hecho nunca. En estas circunstancias, estos trabajadores no se veían en la obligación de desarrollar las habilidades y capacidades laborales remotas que se necesitan al trabajar desde casa de manera regular, tal y como nos ha forzado a hacer la Covid-19. Incluso aquellos que habían teletrabajado de manera regular antes de la pandemia lo hacían principalmente a tiempo parcial y no estaban preparados para este cambio repentino y masivo.
Según los últimos estudios, casi tres cuartos de los encuestados trabajaron desde su hogar durante la pandemia, pero solo el 31% había operado desde su hogar más de dos días por semana antes del brote de coronavirus.
Para los novatos en el ambiente del trabajo remoto, la experiencia al principio puede parecer una idea genial, completa con viajes frecuentes y sin supervisión a la nevera. Pero pronto aparece el aislamiento y no siempre es fácil de conllevar.
La mayoría de los encuestados se siente solo trabajando desde casa, y el 20% se siente solo la mayor parte del tiempo. Aproximadamente dos tercios dicen que su principal fuente de interacción humana en este momento es su familia más allegada.
Para combatir esta situación, algunos están tomando medidas que podrían considerarse contraproducentes durante la jornada laboral. Se comunican con amigos y familiares con mayor frecuencia por teléfono o video llamadas durante el día o pasan más tiempo en Facebook, Twitter y otras redes sociales.
Las empresas que tienen más experiencia con el teletrabajo y productividad reconocen estos problemas. Para hacerles frente, incorporan el tiempo social en sus comunicaciones virtuales. Algunos juegan online con colegas, otros emplean los primeros minutos de una reunión tratando asuntos no relacionados con el trabajo, muchos optan por las horas felices virtuales, fiestas de cumpleaños, etcétera.
La pandemia ha traído cambios para el trabajo remoto. Entre las causas que lo han originado destacan la mayor demanda de los empleados, una menor resistencia de los gerentes y disminución en los costes de oficinas. Durante los próximos 6 o 9 meses seremos testigos de las consecuencias de estos cambios en el mercado laboral, haciendo que se reconsideren los contratos de alquiler de oficinas y los metros necesarios para reunir al personal.
Lograr que el teletrabajo y productividad mejoren una vez superada la pandemia es otra cuestión. Especialmente a la hora de conciliar la vida personal y laboral cuando, de repente, el trabajo es sinónimo de hogar. Ya es bastante difícil trabajar y producir con interrupciones de timbres, los niños y las necesidades de la pareja como para intentar ser más productivos de lo habitual.
De hecho, las investigaciones revelan que, entre los teletrabajadores de la pandemia, el 23% han tenido que compartir su espacio de trabajo con un cónyuge o pareja, mientras que el 14% lo ha compartido con sus hijos mientras daban clases online. Todo esto, sin mencionar las responsabilidades del cuidado infantil durante la jornada laboral.
Sin embargo, muchos trabajadores prefieren estos desafíos a los que se esperan en la era post-Covid, como los desplazamientos diarios y el registro en una oficina. Antes de la pandemia, los lugares de trabajo se alejaban lentamente de las oficinas, con aproximadamente el 3% de los trabajadores a tiempo completo trabajando desde casa, sin contar con los trabajadores por cuenta propia. Ahora, ese cambio podría acelerarse de forma drástica.
Esta pandemia debería haber abierto los ojos a todos aquellos que consideraban teletrabajo y productividad como algo imposible. A medida que avanzamos entendiendo cuál será la nueva normalidad, los empleadores se verán obligados a reconsiderar sus ideas sobre trabajar desde casa. La excusa de que no es posible o que no conseguirá la misma productividad ya no sirve.
SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE