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Hoy en día, se siente predilección por crear un trabajo con diseño propio en vez de esperar a crearlo en función de los términos del puesto, funciones a realizar, producto o servicio. El impacto de esto en la sociedad nos obliga a repensar la idea de “éxito”. Atrás quedaron los días en que tener éxito era algo en lo que simplemente caíamos al mantenernos al día con un trabajo de 9 a 5 que prometía estabilidad y seguridad económica. Ahora, tener éxito se mide por nuestra autonomía, dominio y “hacer lo que amamos”. Sin embargo, ¿qué nos depara el futuro laboral en este sentido?
El trabajo puede ser una mercancía o una vocación. Cuando vendemos nuestro tiempo, trabajo y habilidades por dinero, pero sin recompensa personal, nuestro esfuerzo se mercantiliza. Nuestros trabajos son otra “cosa” para poseer y descartar al dejar de ser útiles. Pero cuando nuestro trabajo proporciona satisfacción, lo llamamos carrera, vocación o profesión. Cuando nuestro trabajo es nuestra pasión, lo damos todo y, a cambio, encontramos satisfacción y sentido. Ese es el futuro laboral.
Podemos entender el concepto de “trabajo” de tres formas:
No todos necesitamos lo mismo como futuro laboral. Según seamos como individuos necesitaremos diferentes partes del trabajo para satisfacer nuestras necesidades. El trabajo puede proporcionar el dinero, pero el trabajo de regalo o el trabajo marginal genera el interés. El trabajo, de una forma u otra, es la base de la autoestima. Todos necesitamos sentir que somos importantes, que tenemos algo que aportar y que los extrañaremos cuando se vayan. Si el trabajo laboral ya no puede proporcionarnos este sentido de propósito, la humanidad encontrará otras formas de conseguirlo.
Permanecer en la zona de confort de pagar a otros para que hagan todo lo que necesitamos es insatisfactorio y nos hace dependientes de comprar y administrar en lugar de crear y realizar. En nuestra sociedad democrática, la riqueza materialista ha significado que, si bien algunos podrían volverse ricos y poderosos controlando los medios de producción y el capital, muchos están destinados a ser pobres e impotentes en comparación. En un sistema en el que algunos son elevados a riquezas inimaginables a costa de otros, muchos argumentan que una reevaluación de dónde y cómo creamos valor está atrasada.
La humanidad necesita expresarse a través del trabajo. Sin embargo, sin la creación de suficientes puestos laborales nuevos para satisfacer la oferta del creciente número de seres humanos en nuestro planeta, estamos destinados a presenciar el acortamiento masivo de la vida laboral. Los nuevos contratos parciales en los servicios bien pueden pagarse en tiempo en lugar de dinero, con una persona trabajando de lunes a miércoles y otra de jueves a sábado. Este futuro del trabajo compartido tendrá lugar de forma más flexible e individualizado. Podríamos llamarlo “horario flexible”, pero en realidad será un trabajo personalizado a tiempo parcial. Por lo tanto, es lógico que reconozcamos la capacidad de definir nuestra propia historia de éxito a través de otros tipos de trabajo, ya sean domésticos, caritativos o creativos.
Hay muchas posibilidades para la dirección que tomará nuestra sociedad y nuestra economía en las próximas décadas. A continuación, mostramos dos posibles escenarios para el futuro laboral.
En el escenario pesimista, vemos un movimiento repentino y generalizado hacia una sociedad no manufacturera en la que el colapso industrial es tan rápido y prevalente que todo el tejido social se rompe. Nuestros mundos se vuelven más pequeños y aislados, con todo el conocimiento y la información custodiados por aquellos que ocupan la cima. Los poderosos se esconderán en enclaves tecnológicos dirigidos por expertos en conocimiento, mientras que la gran mayoría de la humanidad vivirá en las afueras de la economía informal.
No habrá mercado laboral. El desempleo será el estándar y definiremos el trabajo como lo que hacemos para sobrevivir: artesanías, trueques y estafas, por nombrar solo algunos ejemplos. La noción de estatus social se convertirá en jerarquías de clases que recordarán al feudalismo. Si no se controla, una economía de libre mercado puede convertirse en un mercado libre para todos, llevándonos directamente por este desafortunado camino.
En el escenario optimista del futuro laboral, vemos que el año laboral se reduce a aproximadamente la mitad del trabajo profesional estándar anterior de 100,000 horas. ¿Qué hará la gente con todo el tiempo extra? ¿Ver televisión, ir de fiesta, viajar? Quizás, pero la naturaleza humana dicta que eso nunca sería suficiente.
El trabajo es la medida de un hombre. El buen trabajo promueve la autoexpresión y nos permite interactuar con los demás; el buen trabajo está bajo nuestro control, no nos controla. Si ya no podemos encontrar este tipo de buen trabajo en el mercado laboral, tendremos que crearlo nosotros mismos.
Mientras que algunos continuarán trabajando largas horas, utilizando los trabajos como mercancía y como llamada, muchos más desarrollarán “carteras” de trabajo, combinando trabajo laboral, marginal y de regalo. Por lo tanto, nuestra comprensión de lo que califica como trabajo evolucionará. El trabajo ya no será nuestro único objetivo para lograr satisfacción, cumplimiento y respeto. El propósito del futuro laboral será ganar dinero, no estatus, mientras que nuestro trabajo de regalo será lo que nos defina y dé sentido a nuestras vidas.
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