¿Qué recuerdas de aquellos días de mediados de marzo de 2020? ¿Cómo lo viviste? Dos años después del inicio de la pandemia, todavía no hemos vuelto a la normalidad absoluta y aún está muy fresca en nuestra memoria las vivencias, recuerdos y sentimientos que hemos vivido en todo este tiempo. Y aunque a todos nos ha afectado de una forma u otra, hay un colectivo de trabajadores que guardan especialmente un mal recuerdo de la pandemia, especialmente en aquellos primeros compases: los trabajadores del sector sanitario.
Esta pandemia sin precedentes dejó al sistema sanitario español en una situación de estrés y tensión también sin precedentes. El desconocimiento del nuevo virus (cómo se transmitía y combatía), el colapso de las urgencias hospitalarias, la escasez de equipos de protección individual y el elevadísimo número de fallecidos diarios en aquella primera ola ha colocado al personal sanitario en una situación emocional muy delicada.
Salud de los trabajadores del sector sanitario
La salud de los trabajadores del sector sanitario ha sido afectada, por un lado, en el plano físico, es decir, en lo relativo a contagiarse de la enfermedad pues no olvidemos el elevado número de sanitarios que han contraído el virus (las cifras hablan de más de 200.000) y aquellos que, lamentablemente, han fallecido. Además de esto, muchos sanitarios manifiestan dolores de cabeza, contracturas musculares y articulares, cansancio y fatiga, así como molestias cervicales y lumbalgias. Mientras que otros tantos manifiestan pérdida de peso, alteraciones cutáneas, problemas de tensión arterial, falta de aire, taquicardias, caída de pelo, náuseas, alteraciones digestivas y del ritmo intestinal, etc.
Aspecto psicosocial
Siendo todo esto de extrema importancia, no hay que obviar el daño en el aspecto psicosocial sufrido por los sanitarios. Situaciones de extrema crudeza donde la realidad superaba ampliamente a la ficción han hecho que este colectivo haya quedado muy ‘tocado’ tras la pandemia.
Al entablar una conversación con cualquier sanitario y recordar los peores momentos de la pandemia es inevitable escucharles expresiones que dan una idea de la dureza de la situación que afrontaron. Frases que ponen la piel de gallina tales como “no dábamos abasto para evitar que los enfermos murieran”, “cada día tenía que hacer decenas de llamadas a familiares para comunicar el fallecimiento de su ser querido”, “ver como fallecían de un día para otro” o “he visto fallecer a mucha gente prematuramente”.
Ritmo de trabajo del sector sanitario
A esto hay que añadir el desmesurado ritmo de trabajo en el sector sanitario que la delicada situación requería, con infinitas jornadas laborales y un estrés continuo difícil de soportar.
Sin olvidar que mientras la mayoría de la población estaba confinada en casa, nuestros sanitarios estaban en primera línea de fuego enfrentándose al virus. Y como humanos que son, también han experimentado el miedo al contagio, no solamente por el daño a su propia salud sino por poder llevar el virus a casa, poniendo en riesgo a sus familiares.
Vacunas frente a la Covid-19
Y aunque las vacunas parece que han conseguido disminuir el impacto de la enfermedad en el número de fallecidos, muchos trabajadores del sector sanitario aún temen que una nueva variante u otro virus distinto pueda hacerles revivir de nuevo aquella situación tan dramática.
De ahí que muchos trabajadores de la sanidad todavía hoy estén experimentando, en mayor o menor nivel, patologías como: estrés postraumático, depresión, ansiedad, trastornos del sueño, cambios de humor, frustración o impotencia. Por ello, muchos son los sanitarios que han requerido de atención psicológica.
Evaluación de los riesgos psicosociales
Con todo esto sobre la mesa, es evidente que es necesario evaluar los riesgos psicosociales de nuestros sanitarios con un plan de acción que nazca bajo el compromiso de todos los agentes implicados de ponerlo en práctica. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por Comisiones Obreras analizando hasta 24 evaluaciones de riesgos psicosociales de hospitales (tanto públicos como privados) y centros de atención primaria de la Comunidad de Madrid previo a la pandemia arroja sorprendentes resultados, como por ejemplo, que en aproximadamente la mitad de las evaluaciones no llevaba aparejada la consiguiente planificación de la actividad preventiva o, dicho en otras palabras, no se proponían medidas que evitara o al menos redujeran los ítems de mayor riesgos detectados en la evaluación. Asimismo, aquellas evaluaciones que sí disponían de dicha planificación de medidas, la mayoría de éstas eran genéricas e inespecíficas.
Aspectos a destacar de la evaluación
De tal modo que para abordar con profundidad una evaluación de riesgos psicosociales en el sector sanitario resulta fundamental, entre otras cosas, lo siguiente:
Realizar la evaluación de riesgos siguiendo un método lo suficientemente contrastado. A este respecto los dos métodos más utilizados y avalados son el método Istas 21 CoPsoQ y el método FPSICO, del Instituto de Seguridad y Salud en el Trabajo.
Una vez realizada la evaluación de riesgos es imprescindible no dar por terminado el proceso pues queda por hacer lo más importante: proponer y planificar las medidas preventivas para eliminar o reducir los factores de riesgo más graves detectados en la evaluación.
Contar desde el inicio con la participación de todas las partes implicadas, los propios trabajadores, mandos intermedios, sección sindical y Dirección.
Abordar la evaluación desde el convencimiento de que suponga un punto de partida para trabajar en reducir los riesgos psicosociales, contando con el firme convencimiento de la Dirección.
Posibles medidas
Y, en consecuencia, algunas medidas de tipo psicosocial deben ir, sobre todo, encaminadas a:
Disponer de programas de asistencia psicológica al personal sanitario que lo requiera.
Formar a nuestros sanitarios en aspectos fundamentales de prevención de riesgos laborales como el riesgo biológico o el uso de EPIs pero también en el desarrollo de ciertas habilidades imprescindibles para afrontar las delicadas situaciones con las que trabajan cada día y que, como ellos mismos dicen, ‘no te preparan para ello durante la carrera’. Hablamos, por ejemplo, de la gestión de las emociones, la resiliencia o la gestión del estrés.
Re-organizar la distribución de la carga de trabajo, disponiendo de los recursos necesarios para reducir el estrés y la sobresaturación del sistema.
Empoderar los protocolos establecidos en los centros sanitarios para evitar posibles situaciones de acoso, tanto a nivel interno (entre compañeros o entre un trabajador y su superior) como hacia el exterior, pues no olvidemos que los trabajadores sanitarios son uno de los colectivos que más agresiones físicas y verbales sufren por parte de pacientes y sus familiares.
Siempre estaremos en deuda con nuestros trabajadores del sector sanitario, personas que han dado lo mejor de sí mismos en momentos de extrema dureza y debe ser un objetivo fundamental fomentar la protección de su bienestar psicosocial, ya demasiado asediado por la pandemia.
Carlos Maya Profesor de Health & Security Specialist, Fraternidad-Muprespa