La actualidad dentro del mundo de la Automoción pasa por uno de los momentos más apasionantes de los últimos 10 años.
Es apasionante por varios motivos. Por el lado internacional, llevamos acumulando varios años de crecimiento económico, que se reflejan también en términos de empleo de forma directa e indirecta. Estos crecimientos se irradian de igual manera, en lo regional, a España.
Siendo el 8º productor mundial, España es uno de los actores principales en el mundo de la Automoción. Son ya varios los años superando cifras de crecimientos por encima del propio PIB. Todo ello a pesar de haberse truncado este crecimiento en 2019, y que estará “flat” en 2020, según todos los pronósticos.
Con todo, lo apasionante del caso no viene de las cifras y magnitudes, sino de la parte menos tangible. Por eso, merece la pena intentar que la analicemos. Especialmente al tratarse de un sector en el que habitualmente preocupa más lo cuantitativo que lo cualitativo.
Vivimos en un contexto volátil, incierto, cambiante y ambiguo. Vamos, lo que los ingleses denominaron tras la segunda guerra mundial como VUCA (volatile, uncertain, complex and ambiguous).
En el contexto de la Automoción, la volatilidad significa que los modelos que se producen en nuestras fábricas son pensados para que tengan éxitos durante años. Sin embargo, para el consumidor final este sentido dura apenas unos meses. Un buen ejemplo lo tenemos en los modelos monovolumen triunfantes hace años y su caída en demanda en pos de los SUV tan de moda hoy.
La velocidad de estos cambios podría parecer imperceptible a nuestros ojos de consumidor, pero requiere de una flexibilidad de la fábrica inaudita hace años.
Se corresponde con la falta de predictibilidad del comportamiento de los consumidores, así como de la introducción de los “cisnes negros” que pueden aparecer por el camino. Pensemos un momento en como la nueva normativa de emisiones ha dinamizado de forma trascendental el mix de consumo de los vehículos híbridos y eléctricos frente a los de combustión (incluso en países o regiones en los que las infraestructuras no están aún diseñadas para ello).
Sin duda inherente a la industria de automoción, en tanto en programaciones que cambian por meses (cuando no, semanas); y la tecnología, que avanza por años.
En el sentido de un mundo cuyas reglas cambian constantemente. Del lado empresarial, por ejemplo, con cambios en los canales de venta (la concesión sustituida por internet, que a su vez es sustituido por los grandes webstores como Amazon).
Este entorno VUCA, en un mundo en el que la velocidad de los cambios se mide por días, nos hace repensar el tipo de competencias que precisamos los equipos de la Automoción. A nuestros empleados se les requerirán nuevas habilidades y comportamientos para afrontar los próximos tiempos.
Una de las principales habilidades, especialmente para Adecco y transversal a cualquier perfil de empleado del futuro en la Automoción, será la curiosidad.
La curiosidad se define con 3 comportamientos asociados para esta área como son
Adicionalmente, la motivación y energía, así como la adaptación al cambio, serán las otras 2 competencias más requeridas en esta industria.
La competencia de motivación y energía se enfoca como la capacidad de mantener el rendimiento, dando lo mejor de uno mismo, a pesar de la incertidumbre y frustración. Y al mismo tiempo sacando aprendizajes y elementos motivantes de cada situación.
Finalmente, la adaptación al cambio, dentro de este entorno VUCA reseñado, se nos antoja también como crucial. Hace referencia a comportamientos asociados a la adaptación a entornos y personas distintos, a la flexibilidad ante otros enfoques y a la facilidad para estimular la diversidad de entornos y personas.
Sin duda, se trata de habilidades imprescindibles para que el sector de la Automoción continúe evolucionando.
Antonio López Rodríguez
Director Sectorial Automotive, The Adecco Group
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