Psicólogo de formación y de profesión, Rafael Santandreu es uno de los autores más conocidos de una nueva generación de escritores españoles que se han propuesto con sus escritos hacernos más felices. En concreto, Santandreu tiene tres libros en su haber: “El arte de no amargarse la vida”, “Las gafas de la felicidad” y “Ser feliz en Alaska”, su obra más completa hasta el momento, según el propio autor. En ellos ha acuñado conceptos como “terribilizar”, “necesititis” o “bastantidad”, que dan una idea del tipo de metodología que utiliza, la cual hunde sus raíces en la psicología cognitiva, y con la que pretende enseñar que el diálogo interno es la base de nuestras emociones, que se puede re-aprender a hacer las cosas de otra forma, y que hay que conformarse con lo que uno tiene para ser feliz.
¡¡Por supuesto!! Fíjate que en la empresa también las emociones desempeñan un rol fundamental: el miedo, el estrés, la capacidad de tomar decisiones, de encajar adversidades, las relaciones personales, la capacidad de comunicación… Todo eso puede mejorar de forma radical con una buena preparación mental. Yo, de hecho, he trabajado con ejecutivos y deportistas de élite y su rendimiento –y felicidad– dio un vuelco a partir de sus nuevas habilidades.
De muchas. Una de las medidas principales se halla en aprender a activar lo que yo llamo “la fuerza del disfrute” y no de “la obligación”. La clave está en poner en marcha trucos que hagan divertida cualquier actividad: retarse a uno mismo, la sana competición, crear entornos agradables… En el mundo del ocio, por ejemplo, lo hacemos constantemente: cuando jugamos al tenis, activamos esos trucos y convertimos esa actividad en algo apasionante. Muchas personas asumen que el “curro” es algo aburrido, pesado y una obligación más; en vez de verlo como una oportunidad de crecimiento y goce.
Sí, porque, en muchas ocasiones, de pequeños aprendimos a estudiar como “obligación”, en vez de como forma de “disfrute”; por “miedo a suspender”, en vez de por “la emoción de aprender”. Y ahí es donde nos habituamos a trabajar con la “fuerza de la obligación”, que es muy mediocre en comparación con la “fuerza del disfrute”. Fíjate que Messi o Mozart siempre desempeñaron su actividad como pasión, y de ahí su extraordinario rendimiento. Pero en cualquier momento podemos re-aprender a hacer las cosas de otra forma.
Eso me parece fundamental. El amor y la belleza siempre serán las fuerzas más poderosas y limpias, las únicas que tienen sentido y las realmente constructivas. Sería maravilloso que todos nos propusiésemos producir cosas hermosas: edificios buenos, bonitos, amables; alimentos realmente beneficiosos; etc. El mundo mejoraría de manera exponencial. Frente a eso, hay que combatir la idea de hacer dinero de cualquier forma, de producir bienes mediocres, de simplemente trabajar… La vida puede ser algo apasionante, si le echas pasión.
Que no se olviden de trabajar las relaciones personales. Todos podemos convertirnos en maestros en el trato con los demás; aprender a llevarnos bien hasta con personas difíciles. Eso produce una diferencia brutal en el rendimiento de uno. Mediante una orientación diferente podremos obtener casi todo de los demás, con poco esfuerzo. Se trata de la estrategia de la “sugerencia”, en vez de la “exigencia”: saber persuadir al otro para la colaboración, pero sin choques, sin enfados… Todos mis pacientes aprenden esta estrategia y su vida de pareja, por ejemplo, cambia de forma radical.
Existen técnicas de coaching y neurociencia muy útiles. Lo principal a la hora de escoger un asesor o terapeuta es asegurarse de que esté basado en estudios científicos y que tenga el máximo de experiencia y acreditaciones. Los psicólogos clínicos tenemos la ventaja de habernos entrenado con los casos más difíciles: si cambias a un depresivo o a un ansioso severo, ya puedes cambiar a todo el mundo.
Resumiendo mucho, hay que aprender que el diálogo interno es la base de nuestras emociones. Tienes que dejar de “terribilizar”, esto es, decirte que cualquier adversidad sería “terrible”, “el fin del mundo”, “la guerra nuclear”… Y, por otro lado, combatir la “necesititis”, la creencia de que necesitamos mucho para estar bien. San Francisco de Asís decía: “Cada vez necesito menos cosas y las pocas que necesito, las necesito muy poco”. Éstas son las bases para no tener miedo en la vida.
Porque nuestra sociedad nos hace neuróticos, temerosos, maniáticos, iracundos, vergonzosos, y cambiar eso requiere una mentalización adecuada que se aprende poco a poco. Eso sí, enseguida empiezas a ver los frutos. Yo, por ejemplo, tenía miedo a hablar en público y, hoy en día, doy conferencias por toda España, todas las semanas. Y no siento la más mínima tensión. Y he conseguido este cambio emocional gracias a re-pensar de manera profunda sobre esa tarea y verla de otra forma.
Existe una creencia esencial de la psicología cognitiva que dice: “No necesito que todo el mundo me trate bien todo el tiempo”. De hecho, podemos ser felices al margen de que nos respeten o no. Fíjate que el filósofo Epicteto, precedente de la psicología cognitiva, nació esclavo en la Roma del S. I. y fue feliz, precisamente con esta actitud. El que trata mal es el que tiene un problema: no tú. Mientras estés en ese empleo, aprovecha tus oportunidades de ser feliz y punto.
Los seres humanos no necesitamos justicia completa. Entre otras razones, porque eso no existe. Y está demostrado que podemos ser felices de todas formas. De hecho, le solemos dar demasiada importancia a la “justicia”, que es un bien interesante, pero no es la panacea de la felicidad. Si me consideran por debajo de lo que valgo, mala suerte, pero tampoco es el “fin del mundo” ni “la guerra nuclear”.
Mientras estemos en un determinado trabajo, hemos de aprender a sacarle el máximo partido: aprender, disfrutar, retarse, etc. No existe el trabajo donde no podamos extraer cosas positivas. En una ocasión, fui a la Cárcel Modelo a dar una conferencia y conocí a un joven de treinta años que cumplía tres años por tráfico de drogas. Al acabar la conferencia, me dijo: “Rafael, yo he aprendido lo que tú enseñas aquí en la cárcel. Soy feliz aquí por primera vez en mi vida, porque he aprendido a no quejarme y aprovechar lo que tengo. He aprendido a controlar mi queja mental”. Si Damián, que así se llama este chico, cree que el trabajo de lavandería de la prisión es importante… ¿qué tarea no vamos a aprovechar nosotros?
La “bastantidad” es una capacidad de las personas más fuertes y felices y consiste en saber decirse a uno mismo: “Ya tengo bastante para ser feliz”. Si te deja tu mujer, en realidad, puedes decirte a ti mismo: “Ya tengo bastante con la salud física y con mis amigos y familia para estar genial”. En cambio, cuando estamos neuróticos nada es bastante. Nos comparamos una y otra vez, y nos parece que siempre nos falta algo. Vivimos en lo que yo llamo “carenciálisis”, un estado mental en el que sólo nos fijamos en lo que nos falta.
El mejor momento para hacerse con una buena filosofía de vida es en la niñez. Pero sabemos que, en cualquier momento, puedes aprenderla. Es como el inglés. De niño aprenderás más fácilmente y con un acento perfecto. Pero incluso personas de ochenta años pueden obtener un nivel más que decente. Con respecto a la sociedad, es cierto que impone creencias absurdas y limitantes, pero el dueño de tu mente eres tú.
La psicología cognitiva es la forma de psicoterapia más validada. Existen más de 2.000 estudios publicados en revistas científicas de todo el mundo que avalan su eficacia. Nosotros hacemos en nuestros centros de Barcelona y Madrid nuestras propias evaluaciones y tenemos un grado de satisfacción y de buenos resultados de 8 de 10 como promedio. Eso significa que, en una media de 15 sesiones, la gente mejora como promedio un 80%. El 20% restante lo consiguen ellos después con las herramientas que han aprendido con nosotros.
Como profesional, fue dejar de fumar con el libro “Dejar de fumar es fácil”, de Allen Carr. Con el método de este autor, dejé de fumar sin esfuerzo, disfrutando del proceso y con la seguridad de que no volveré a fumar jamás. Fue hace 19 años y, a partir de ahí, quise encontrar un método como aquél para resolver la ansiedad o la depresión. Y lo encontré en la psicología cognitiva. La mentalización correcta hace milagros.
Una vez conocí a una seguidora de mis libros que estaba enferma de cáncer terminal. Sin embargo, estaba feliz y armónica, agradecida a la vida. Me encantó conocerla y pasar una tarde juntos. Me demostró una vez más que, con el pensamiento correcto, hasta ese trance puede ser tranquilo. Al cabo de dos semanas murió. Esto puede sonar extraño para una mente científica como yo, pero tengo la sensación de que la tengo siempre cerca.
Rafael Santandreu, psicólogo y escritor
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