Como propietario o responsable de la gestión de personas de un establecimiento relacionado con el sector hostelero, es normal querer tener siempre el mejor personal posible trabajando en el negocio. De hecho, los comentarios negativos que aparecen en los sitios web de opiniones sobre este tipo de compañías generalmente están relacionados con la calidad del servicio y el comportamiento del personal de contacto. Para conseguirlo, se ha de utilizar una de las mejores herramientas estratégicas que tienen las empresas: la formación.
El primer paso en este ámbito es analizar la situación de la plantilla, sus debilidades y fortalezas, y encauzar las acciones formativas de acuerdo a los objetivos del negocio. Para ello, es posible optar por una formación externa; es decir, confiar en otra empresa para capacitar al personal; o hacerlo internamente eligiendo a determinados empleados como impulsores de aquello que se desea transmitir.
Precisamente, esta última opción es una de las más elegidas en este sector por varios motivos. El primero es el conocimiento que los formadores tienen de la propia empresa, así como de su estrategia, valores, objetivos y forma de interpretar el negocio. A esto se une el hecho de que cierta información que se comunique puede ser confidencial, lo que hace más necesario el confiar en el personal interno para llevar a cabo la transferencia de conocimientos.
Esto, además, ayuda a fomentar un ambiente de convivencia y de consolidación de una cultura propia corporativa; y sirve para estrechar lazos entre los formadores y los alumnos. Asimismo, desde un punto de vista económico, esta opción puede resultar a priori más rentable; aunque no siempre es así. Y es que, para llevar a cabo esta clase de acciones, es imprescindible elaborar primero un plan formativo que establezca los objetivos, los progresos, la evolución y la finalidad de todas las formaciones que se vayan a realizar.
En este sentido, y pese a que los frutos de la formación interna son palpables desde el primer momento en que un trabajador pasa a formar parte de la plantilla de una empresa del sector, es necesario que su propietario, o el departamento de recursos humanos, elabore un programa de actividades formativas que contribuya a mejorar los conocimientos de sus trabajadores. En este contexto, se pueden destacar tres modalidades.
Claro que nada de esto tiene sentido si después no va acompañado de otra serie de medidas y políticas de gestión de personas enfocadas a la retención del talento como implantar beneficios sociales, mejorar la política retributiva, potenciar la promoción interna… Si no es así, el empleado objeto de la formación se podrá marchar a otra empresa llevándose consigo todos los esfuerzos realizados por la empresa en este ámbito.
Daniel Martínez, director sectorial de Adecco Hostelería
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