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La formación profesional reglada y la formación profesional para el empleo no son sinónimos. En España, la formación profesional se divide en la reglada y la formación profesional para el empleo. En el primer caso depende del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y de las Comunidades Autónomas. Por su parte, el sistema de formación profesional para el empleo depende del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, a través del SEPE y de las Comunidades Autónomas.
La FP reglada se compone del conjunto de enseñanzas incluidas en el Sistema Educativo Español y se imparten en centro públicos o privados, colegios, institutos, universidades, etcétera. Al finalizar la formación, el alumno obtiene un título académico oficial.
Por su parte, la formación profesional para el empleo engloba todo el tipo de formación que no está incluida en el sistema reglado. Además, incorpora métodos de inserción laboral y mejora profesional. El objetivo de esta formación es la capacitación para un trabajo determinado que es imposible adquirir con la formación reglada. Está muy orientado al mercado laboral. El título obtenido al finalizar estos cursos no siempre es oficial, pero tiene validez curricular.
La primera diferencia entre ambos tipos de formación es quién puede acceder a ella. En el caso de la formación profesional reglada, desde los 15 años y habiendo cursado el primer ciclo de la ESO se puede acceder al nivel básico. Para cursos FP de grado medio o superior es necesario haber finalizado el segundo ciclo de la ESO y el Bachiller, respectivamente.
En el caso de la formación profesional para el empleo, no todo el mundo puede acceder a la misma. Dependerá de los estudios previos finalizados. Por ejemplo, para acceder a un certificado de nivel 2 se requiere tener la ESO; realizar un certificado de nivel 3 conlleva tener 19 años o más, haber finalizado el Bachillerato, disponer de un título universitario o un título de Técnico o Técnico Superior de FP.
La formación profesional para el empleo puede ser de varios tipos:
Los cursos para personas en activo se componen de clases estatales o sectoriales. Su objetivo es que los trabajadores refresquen y mejoren sus conocimientos. Por su parte, la formación dirigida a los desempleados tiene como objetivo la capacitación y formación de los individuos para acceder al mercado laboral. Suele ser común que estos cursos incluyan prácticas en empresas para conseguir experiencia.
La experiencia laboral puede servir para obtener el Certificado de Profesionalidad. Según el Real Decreto 34/2008 de 31/01/2008 que regula la obtención de estos certificados, indica: “El certificado de profesionalidad se puede obtener a través de la superación de todos los módulos formativos correspondientes al certificado de profesionalidad, o mediante los procedimientos para la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o de vías no formales de formación que se establezca en el desarrollo normativo del artículo 8.4 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional“.
Es decir, la Administración Pública y las Comunidades Autónomas realizan convocatorias para que, siempre que se cumplan los requisitos, los individuos pueden presentarse y obtener el Certificado de Profesionalidad con experiencia laboral previa.
Siempre que un trabajador pueda aportar la documentación que demuestre su experiencia laboral y la formación recibida, podrá obtener su certificación. Una vez haya superado la evaluación pertinente, el individuo solo tendrá que demostrar, mediante las pruebas que indique la Comisión, las habilidades y conocimientos que posea en su competencia profesional.
Tanto la formación profesional reglada como la formación profesional para el empleo aportan conocimientos y competencias. Sin embargo, tener presente sus diferencias permitirá elegir mejor a la hora de desarrollarse profesionalmente.
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