Alex Rovira es un escritor, consultor y conferenciante, experto en psicología del liderazgo. Rovira nos explica la importancia de la inteligencia emocional aplicada al día a día de la empresa para lograr un mayor compromiso de sus profesionales y se muestra partidario de retomar valores como la humildad, el coraje o la responsabilidad en el seno de las organizaciones.
No necesariamente, porque no hay ningún estudio que demuestre una correlación entre el optimismo y el rendimiento empresarial. Lo que procura un buen resultado empresarial es hacer bien las cosas, es generar un valor añadido, por lo tanto requiere otras habilidades como son la inteligencia operativa o la eficacia. Ahora bien, si a eso le sumamos optimismo, voluntad, actitud positiva o ganas de hacer bien las cosas, como quieras llamarle, podemos influir directamente en los resultados; no sé cuánto en cantidad, pero seguro que mucho cualitativamente, es decir, mejoraremos el proceso, haremos probablemente que las personas encuentren un sentido a lo que hacen, se sientan más a gusto…
Yo diría que todo lo que tiene que ver con la inteligencia emocional y social influye indirectamente en los resultados, aunque no sé cuánto, pero sobretodo influye directamente en la calidad del vínculo y eso es lo mejor que puede pasar porque a mismos resultados, pero con las personas más realizadas, con un mayor sentido de pertenencia y que encuentran un mayor sentido a su trabajo, en general, todos mejorarán.
En una circunstancia difícil hay una variable fundamental que es intentar encontrar un por qué, encontrar un sentido. Muchas veces, y especialmente en los momentos difíciles -en la crisis, incluso en la desgracia- la vida, las circunstancias, parecen no tener ningún sentido. Y este sentido es una construcción subjetiva que nos permite seguir adelante, por lo tanto es importante cuestionarse qué se puede aprender de esta situación.
A lo mejor, habría que cambiar ese refrán que dice “algunas veces se gana y otras se pierde” por otra lectura “algunas veces se gana y otras se aprende”, y ver qué lecciones podemos extraer, qué hábitos podemos cambiar.
Sobretodo yo creo que hay una variable fundamental que echo mucho en falta que es la falta de autocrítica. La reflexión necesaria para el cambio. Debemos ser más autocríticos si queremos evolucionar.
Yo no le diría nada, yo le mostraría con los hechos que sembrando la amabilidad por su parte hará que su gente aprenda a ser amable, que sembrando la generosidad abrirá posibilidades a que su gente sea generosa. Yo creo que más que decir hay que hacer. Primero, más que decir hay que escuchar y, luego, más que predicar con las palabras los directivos deben actuar con coherencia porque su acción es un mensaje.
Yo diría que el gran reto que tenemos es humanizar a la humanidad. Y, por lo tanto, todo lo que vaya en la línea del desarrollo de los principios basados en valores como la humildad, el coraje, la responsabilidad, el propósito, la voluntad de cooperación, el diálogo, el encuentro… todo eso ayudará a mejorar las dialécticas entre los equipos en relación con los clientes y afectará necesariamente a los resultados. Creo que ésa es la línea de trabajo pendiente en general.
Yo no soy partidario de dar recetas estándar. Pero le diría que, por mi experiencia en el territorio de lo que me gusta y me muevo, todo lo que pueda incorporar dentro de su acervo de inteligencia emocional y social le será muy útil para ser un buen ciudadano, una buena persona y un buen profesional.
Si queremos un cambio importante, el futuro está en la gente joven. Hay que propiciar la reflexión, pero también un poco de introspección para conectar con uno mismo, algo que normalmente sólo hacemos cuando las cosas van muy mal. Parece que cuando las cosas funcionan no es importante o relevante detenerse a pensar, a sentir y a mirar la vida de otro modo y a planificar un futuro o a generar una visión. El futuro será lo que entre todos decidamos hacer.
Álex Rovira, escritor, consultor y conferenciante
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