Hace apenas unas semanas conocíamos los primeros datos de la encuesta ESENER-3, que analiza los riesgos emergentes en los lugares de trabajo de la Unión Europea. Por debajo de los riesgos reconocidos como más habituales (movimientos repetitivos, conflictos relacionales, estatismo postural, etc.), la exposición a agentes biológicos y químicos parecía no variar desde 2014, y ocupaba la parte baja de la clasificación. Es la evidencia de la volatilidad que esta pandemia del Covid-19 nos trae a casi todos los análisis, así como la necesidad de resetear el modelo de Prevención de Riesgos Laborales.
En España hemos pasado de un modelo de prevención técnica heredera de la seguridad e higiene de los años 70, a una salud laboral centrada en el cumplimiento normativo y evitación de la sanción a mediados de los 90, pasando por la visión integradora de planes y sistemas a comienzos de este siglo… hasta que en los últimos años tratábamos de reinventar la salud laboral con el fresco aroma del wellbeing y las plausibles iniciativas de la promoción de la salud en los lugares de trabajo.
Sin embargo, el Covid-19 nos ha vuelto a recordar los viejos riesgos que ahora parecen emergentes, y que deberían invitarnos al examen de recuperación de la asignatura de la cultura preventiva.
Yo siempre he pensado que un país que celebra sus fiestas corriendo delante de un toro o escalando a sus menores a alturas que en el trabajo exigirían arnés, es un país con un sentido muy particular de la aversión al riesgo. Pero esta no es la reflexión que quería traer aquí.
Como tiene pinta de que celebraremos el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo confinados en nuestras casas, y como no sé si las palmas vespertinas se acordarán de la hermana pobre de nuestras disciplinas, quiero traer aquí esta temprana reflexión.
Y es que estrategias nacionales y también europeas, doctrina y expertos, vienen reconociendo las debilidades de un modelo de Prevención de Riesgos Laborales, Seguridad y Salud sin apenas avances en décadas.
Nuestra salud laboral es heredera inmerecida del conflicto, concepto que aún subyace al modelo de Relaciones Laborales que hemos venido a calificar como moderno. La volatilidad del Covid-19 seguramente nos susurre al oído para que movamos ficha.
La mano invisible del legislador que ha abocado a un mercado de la prevención insostenible y oligopólico, unas cifras de siniestralidad que aún nos posicionan como los últimos de la clase, el escaso apoyo a las Pymes, la dudosa auctoritas y ejemplo de quienes exigen la responsabilidad cuasi objetiva de empresarios y técnicos… la antigualla del recargo de prestaciones, la descoordinación administrativa, el escaso recorrido de nuestra negociación colectiva en temas de salud laboral…
Quisiera poner fin a este largo etcétera de reproches de lo que espero sea el pasado de nuestro actual modelo, para poner en valor dos “ideas fuerza”: la cultura de la salud y el rol imprescindible de los trabajadores resignados (y dedicados) a la prevención en esta nueva etapa.
Al nuevo modelo de Prevención de Riesgos Laborales que viene seguramente no la reconozca ni la madre que la parió, como diría un castizo. Las oportunidades son tan grandes como el riesgo, grave e inminente, de que todo pase sin que hagamos los deberes para el día después del Covid-19.
Los avances en telemedicina y telepsicología, el potencial del e-learning y la creación de escenarios virtuales de riesgo, la nueva ergonomía aplicada a la cohabitación con robots y al teletrabajo, la solución de drones y máquinas inteligentes a trabajos en espacios confinados, en altura o riesgos posturales, la aplicación de blockchain e Internet de las Cosas a una prevención dinámica compatible con las obligaciones documentales, la Inteligencia Artificial al servicio de la predicción y control de accidentes y enfermedades, las oportunidades de la promoción del bienestar físico, mental y organizacional… muy mal lo tenemos que hacer para no construir un futuro del trabajo más saludable para todos.
Pero los riesgos son muchos y algunos vienen “pegando fuerte”: el tecno stress y la sobreinformación, los problemas cognitivos y psicológicos (ansiedad, aislamiento social) derivados del confinamiento, la digitalización y el envejecimiento de la población, la “nueva” Higiene Industrial…
Por eso es ahora más importante que nunca:
¿Cómo creéis que será el nuevo modelo de Prevención de Riesgos Laborales una vez superada la crisis del Coronavirus?
Javier Blasco de Luna
Director, The Adecco Group Institute
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