En la sociedad actual, las organizaciones sanitarias precisan disponer de un método que dimensione adecuadamente la carga de enfermedad. Es decir, cuantificar el impacto de enfermedades y lesiones en la salud de las poblaciones de cuya prevención y gestión son responsables.
Esto se torna imprescindible cuando el gestor sanitario ha de combinar equilibradamente efectividad y eficiencia a través de políticas preventivas de salud. Un buen ejemplo lo tenemos en la toma de decisiones operativas y asignación de recursos sanitarios, siendo la “carga de enfermedad” una herramienta útil para estos fines.
¿En qué consiste la carga de enfermedad? En cuantificar en las poblaciones objeto de estudio el impacto combinado de los años perdidos de vida por muerte prematura con los años perdidos de vida saludable por el padecimiento de enfermedades (1) y lesiones, la exposición a los diferentes factores de riesgo o a los determinantes de salud (2,3).
Las ventajas que presenta este método son, entre otras, la posibilidad de comparar poblaciones, su fiabilidad y la facilidad de comprensión. Además, la carga de enfermedad se acepta globalmente por la comunidad científica y aúna la valoración del impacto de la mortalidad y morbilidad de las enfermedades y lesiones en un sólo valor.
Los orígenes de la metodología empleada para la cuantificación de la carga de enfermedad datan de los primeros estudios de Sanders (4) y Sullivan (5) en la década de los 60 y 70.
Posteriormente, a instancias del Banco Mundial, se realizó la primera colaboración entre expertos, dando lugar a la publicación del informe World Development Report 1993: Investing in Health. En dicho estudio, se incluía en uno de sus apéndices el trabajo titulado “The Global Burden of disease, 1990”. Este informe pretendía mostrar una foto inicial de las necesidades de salud del presente y del futuro del planeta para la toma de decisiones por parte de los responsables de las políticas de salud de las comunidades (6).
En este trabajo colaboraron por primera vez sus autores, Alan López (OMS, Génova), y Christopher Murray (Departamento de Población y Salud Internacional de la Universidad de Harvard). Posteriormente publicaron en conjunto en 1997 en The Lancet, el estudio “Mortality by cause for eight regions of the world: Global Burden of Disease Study”. En él se instauraron las bases de la metodología empleada a nivel mundial (7).
En 1998 la OMS creó la Disease Burden Unit, publicando resultados de carga de enfermedad con el fin de valorar el estado de salud de las poblaciones de los países del mundo de los años 2000,2001, 2004 y en 2008 (6,8).
En 2010 se publica la “Global Burden of Diseases, Injuries, and Risk Factors Study 2010” con nuevas estimaciones sobre las series temporales de 1990 a 2010.
Inicialmente liderado por la Universidad de Harvard y la OMS, participaron aproximadamente 500 expertos de todo el Mundo en epidemiologia, estadística y otras disciplinas. Además, se contó con el mecenazgo de la “Bill & Melinda Gates Foundation” y se centró en la mejora de la estimación de la carga de morbilidad (8).
A partir de 2015, el IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation, en Washington), liderada en la actualidad por el Dr. Christopher J.L. Murray, ha funcionado como centro coordinador del resto de publicaciones GBD (Global Burden of Diseases) (8).
En la literatura de divulgación científica hay cierta confusión en el empleo del término carga de enfermedad. Esto sucede cuando se menciona la incidencia de una determinada patología en una población o cuando se hace referencia a la elevada carga económica y social asociada a la alta morbilidad de una determinada patología, sin ajustarse a los criterios promulgados por el GBD, la OMS o el IHE antes descritos.
En la actualidad, las aplicaciones del cálculo de carga de enfermedad son muy variadas, pero entre las más relevantes podemos destacar (2,6-10):
Valoración del estado de salud de las poblaciones y sus cambios a lo largo del tiempo. |
Realización de estudios comparativos de efectividad tras la realización de
intervenciones sanitarias (reducción de la carga). |
Comparación de salud entre poblaciones. |
Evaluación económica (estudios de coste-efectividad) para orientar la asignación de recursos. |
Herramienta para la evaluación de tecnologías sanitarias. |
Identificación y comparación de inequidades de salud entre las poblaciones. |
Equilibrio de los efectos en lo referente a la morbilidad frente a mortalidad. |
Priorización para la investigación y elaboración de políticas sanitarias así como para la toma de decisiones en dicho ámbito. |
Priorización de recursos y actuaciones de los servicios de salud a partir de la carga de enfermedad asociada a enfermedades, lesiones y/o sus factores de riesgo asociados. |
A través de la determinación de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD o Disability Adjusted Life Years o DALY). Esta cifra es el resultado del sumatorio de los años de vida perdidos por mortalidad prematura (AVP o years of life lost to premature death o YLL) y los años vividos con discapacidad (AVD o years lived with disability (YLD) 2,9,10.
Es decir:
AVAD =AVP + AVD
Un AVAD puede entenderse como un año de vida perdido de vida saludable. La medición de la carga de enfermedad sería el “gap” entre el estatus de salud de una población y la de una de referencia ideal. Volviendo a la fórmula inicial (11):
Los Años de Vida Perdidos (AVP) para una determinada causa (enfermedad, lesión, factor de riesgo, determinante de salud…) se calculan multiplicando el número de muertes por dicha causa por la estimación de los años perdidos en función de la edad en la que ocurre la muerte respecto al máximo posible de esperanza de vida de una población ideal a través de tablas publicadas según criterios de la OMS y del IHE (Institute for Health Metrics and Evaluation).
Los Años Vividos con Discapacidad (AVD), se calculan multiplicando la prevalencia de la secuela por un factor de peso que pondera la severidad de la enfermedad midiéndolo en una escala del 0 (estado de salud perfecto) al 1 (muerte) (2,11).
Este factor se basa en la realización de encuestas (12) para diferentes estados de salud. Consisten en ponderar el grado de discapacidad de estas por parte de la población general (muestras representativas) en función de una breve descripción de cada una de ellas.
Durante los últimos tiempos, destaca en nuestro país la publicación “La carga de enfermedad en España: resultados del Estudio de la Carga Global de las Enfermedades 2016”. Se engloba en el estudio mundial GBD de 2016 liderado por el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), en el que se estiman los años de vida perdidos (AVP) asociados a las principales enfermedades y factores de riesgo en España en 2016. Para ello se han realizado, entre otros, comparativas con años previos, disgregándolos por sexo y edades y comparándolo con países de Europa Occidental y el Mundo (13).
En él llama la atención de cómo el método valora la salud de las poblaciones pues, entre las cinco primeras causas de AVP, AVD y AVADS en 2016 estaban:
Orden | AVP | AVD | AVAD |
1 | Cardiopatías isquémicas | Dolor de cuello y espalda baja | Dolor de cuello y espalda baja |
2 | Alzheimer | Trastornos órganos de los sentidos | Cardiopatías isquémicas |
3 | Enfermedades cerebrovasculares | Migrañas | Alzheimer |
4 | EPOC | Enfermedades de la piel y tejidos subcutáneos | Trastornos órganos de los sentidos |
5 | Cáncer de pulmón | Trastornos depresivos | Cáncer de pulmón |
Tabla elaborada con datos extraídos de Soriano, Joan B., et al. “La carga de enfermedad en España: resultados del Estudio de la Carga Global de las Enfermedades 2016.” Medicina Clínica 151.5 (2018): 171-190. |
Resulta muy interesante el comprobar que, aplicando la carga de enfermedad, patologías consideradas muy relevantes asociadas a la mortalidad de las poblaciones (enfermedades cardiovasculares, oncológicas, o neurológicas degenerativas) se ven a veces desplazadas por otras con una elevada morbilidad asociada (dolor de cuello y espalda baja, trastornos de los órganos de los sentidos…). Estas últimas, al tomar un papel más predominante, deben ser igualmente abordadas por los gestores sanitarios en la elaboración de políticas de salud y derivación de recursos sanitarios en sus vertientes preventivas primaria, secundaria y terciaria.
La metodología descrita para el cálculo de la carga de enfermedad no carece de ciertas limitaciones en su aplicación, principalmente asociadas a la heterogeneidad de las fuentes de información. Aun así, sería interesante estandarizar el método en nuestro país, incluyendo criterios propios adaptados a su realidad intrínseca.
Esto permitiría poder realizar estudios a nivel nacional estimando la carga de enfermedad por comunidades, regiones, y por qué no, hospitales, mutuas, servicios de prevención… De esta forma, los gestores sanitarios dispondrán de una herramienta que les permita trabajar de una manera más efectiva y eficiente.
Además, el cálculo de la carga de enfermedad facilitará también la realización de comparaciones entre las poblaciones diana adscritas y la valoración del impacto de las medidas preventivas llevadas a cabo en ellas a lo largo del tiempo.
Así pues, la propuesta final en este artículo sería la de desarrollar, a través del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar social, la implementación de las adaptaciones necesarias para el cálculo de la carga de enfermedad a nuestra realidad nacional.
Dr. Fernando Alonso Ríos
Médico del trabajo. Director médico Modis Lifescience
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